lunes, 26 de octubre de 2015

En Windows o en Linux, el “hacking” es el mismo. (Mitos, Leyendas y Fantasías - Parte 2)


En el artículo anterior de esta serie argumentamos las razones por las que la supuesta vulnerabilidad de los sistemas Windows están basados más en sus operadores que en el sistema operativo en sí. Sin embargo, es difícil demostrar explícitamente este tipo de afirmaciones cuando hay tan pocos incentivos para los desarrolladores de sistemas de vulneración para desarrollar código ofensivo dirigido a atacar Linux, por ejemplo. Con la idea de ir un poco en contra de esta tendencia, decidí invertir una tarde para seleccionar alguna técnica de vulneración en Windows y ejecutarla en Linux, demostrando así que el hacking es igual de sencillo. No importa a quien se lo hagan.

La técnica ganadora fue la bien conocida técnica del “executable dropper.” Los programas que se utilizan para ejecutar esta técnica de ataque a veces son llamados “joiners” o “binders.” Todos estos términos son técnicamente incorrectos, sin embargo, la técnica es muy fácil de describir. La idea es crear un ejecutable que parezca un archivo completamente distinto y que pueda interesar a tu víctima. Una vez la víctima es convencida de “abrir” este troyano, el contenido esperado es mostrado, sin embargo, al mismo tiempo, el código malicioso es ejecutado silenciosamente. Con éste último, el atacante obtiene control total del equipo de su víctima sin que ésta tenga la más mínima sospecha. Como ejemplo de este ataque en Windows, hace poco ví un video bastante interesante:


Inspirados en este video, decidí diseñar mi solución para Linux con los siguientes requerimientos:
  1. Creación automática del ejecutable troyano.
  2. La ejecución del troyano debe desplegar el archivo original y al mismo tiempo el payload requerido por el atacante.
  3. La selección de la aplicación que finalmente abre el contenido legítimo debe hacerse de forma automática (como sucede en Windows).
  4. El payload debe ser arbitrario y debe poder integrarse con Metasploit.
  5. La interacción requerida por el usuario no debe ser mayor a hacer un doble click sobre el troyano, de la misma forma que sucede en el caso de Windows.
  6. La solución debe ser lo suficientemente flexible para poder modificar el ejecutable resultante y poder evadir soluciones antivirus fácilmente.
Para el primer punto, la decisión es muy fácil. Usando cualquier lenguaje de scripting, desde Kali linux tenemos todas las herramientas que necesitamos para la creación del binario final. Yo selecioné python, pero casi cualquier otro debe ser igual de efectivo. Ahora bien, para el binario final, podemos usar casi cualquier cosa también, sin embargo, yo decidí utilizar un ejecutable en format ELF para hacerlo lo más equivalente al caso de Windows. Es posible que selecciones de otros formatos tengan resultados iguales o incluso mejores, como veremos más adelante.

Para el segundo punto, la solución también es muy sencilla. El ejecutable simplemente debe hacer un “fork()” y ejecutar en el proceso hijo, nuestro payload. Para ésto, utilizamos la bien conocida técnica de "cast to a function". Esto implica que debemos recordar compilar sin las contramedidas de stack no ejecutable, etc. Mientras tanto, en el proceso padre, ejecutamos las instrucciones que sean necesarias para desplegar el archivo original. El esqueleto de nuestro programa en pseudo-C sería más o menos así:

#include <stdio.h>
#include <stdlib.h>

%s
unsigned char host[] = {%s};
unsigned char host_output[] = "/tmp/%s";
FILE * fp;
pid_t p;

int main(void){

   fp = fopen(host_output, "w");
   fwrite(host,1,sizeof(host),fp);
   fclose(fp);

   p = fork();

   if (p == 0){
      ((void (*)()) buf)();
   } else {
      system("xdg-open /tmp/%s");
   }
}

en donde tenemos que reemplazar esos %s con los siguientes strings:

% (payload,byte_array_with_original_data_file,host_file_name,host_file_name)

La variable “payload” es sencilla de poblar, simplemente usamos el resultado de msfvenom con formato C (opción -f c). La variable “byte_array_with_original_data_file” no es más que la representación en bytes del archivo original, al que queremos “troyanizar.” Finalmente, la variable “host_file_name” no es más que el archivo original, que lo usamos tanto para el nombre final de nuestro troyano, como para obtener los bytes que estarán embebidos en nuestro ejecutable final.

Despues de armar este string con python, lo único que hace falta es
compilarlo con las “flags” adecuadas y listo. Tenemos nuestro propio “binder” para Linux que sirve para cualquier tipo de archivo. Esto quiere decir que podemos “troyanizar” archivos .doc, .pdf, .mp3, .mp4, .xls, .odt, o cualquier otro que se nos ocurra - o que todavía no exista! (Back to the future). Por supuesto, hace falta darse cuenta de algunos detalles adicionales que son propios de la experiencia de campo, pero eso lo dejamos como ejercicio para el lector.

El tercer requerimiento es cumplido haciendo una simple llamada al sistema con el comando: “xdg-open.” Este comando selecciona la aplicación que por defecto se encarga de abrir aplicaciones de este tipo y simplemente la ejecuta. El uso de este comando se puede ver en nuestro esqueleto de pseudo-C mostrado más arriba.

El cuarto requerimiento es solucionado muy fácilmente haciendo uso del formato de salida en C de msfvenom. Despues de almacenar nuestro payload en la variable “buf”, sólo queda hacer un cast a una función y ejecutarla. Ésto se puede ver en nuestro primer %s (placeholder) de pseudo-C presentado más arriba.

Finalmente, los últimos dos requerimientos se ganan de forma gratuita al haber seleccionado cuidadosamente las técnicas descritas anteriormente.

Decidimos probar como primera víctima a Tails, la distribución de Linux enfocada a la privacidad de sus usuarios. Sin embargo, la misma técnica funciona exactamente igual en casi cualquier otra distribución de Linux. A continuación, un video, que es mucho mejor que mil palabras.


PD: Si quieres ayudarme a probar mi script “linux_dropper.py” en otras distribuciones no basadas en gnome, escribeme aquí. Gracias! :D